jueves, 19 de julio de 2012

ESBOZO DE UN PRIMER ACERCAMIENTO HACIA UN RE-PLANTEAMIENTO DE LA ANTROPOLOGÍA


Esbozo de una crítica-ética a la ciencia moderna)

Autor: Ramiro Chinchi Plata



La des-colonización no solo nos remite a cambiar una subjetividad colonizada, sino que además implica que se debe des-colonizar las disciplinas, que nos hacen pensar-actuar de manera colonizada. Es decir, desde la teología hasta la educación pasando por la política o la economía son campos, pero además son disciplinas que hacen posible que una subjetividad sea colonizada y no salga de dicha colonización.

Por tanto, desde el marco de la descolonización, es necesario e imperioso tematizar no solo la descolonización de una subjetividad colonizada, sino además referirnos a las disciplinas, en este caso el del campo de la Educación; pero esto no es posible si solo nos mantenemos en dicho campo, pues la Educación es una cuestión de interdisciplinariedad, de allí la razón de tematizar lo que subyace a la finalidad misma de la Educación: la formación de un tipo de hombre (o mejor de sujeto) es decir, ella tiene que ver con otra concepción antropológica del mismo hombre (e incluso con otro Humanismo).

Entonces, la tematización de la Antropología no deviene como una simple moda de posibilitar cualquier descolonización, al ser presupuesto de la Educación, implica que esta debería ser cuestionada para poder re-direccionar la misma Educación. Es decir, la Educación tiene como finalidad la formación de un tipo de hombre, que implica pues una concepción antropológica del hombre: esto es que parte de una visión, un modelo de lo que es el hombre y tiende a llegar a la constitución de ese modelo de hombre. Esta es, a mi modo de ver, la relación intima y existente entre Antropología y la formación de un tipo de hombre que subyace a la idea de Educación.

Ahora bien, de lo que se trata de hacer en este pequeño escrito es mostrar la posibilidad de pensar en otra Antropología, que vaya más allá de una concepción eminentemente antropocéntrica; y contrastar una concepción alternativa, que en su interior contenga aquello con/en lo cual el hombre puede desenvolverse y sin lo cual no puede seguir existiendo: la naturaleza. Dicho sea de paso, el siguiente trabajo solo pretende ser un esbozo, bosquejo o borrador de un trabajo mucho más pretencioso –que implica una crítica a toda la ciencia moderna. Empero, el presente bosquejo trata de lanzar algunas luces en forma de afirmaciones a modo de hipótesis de trabajo para un desarrollo posterior.

Para es necesario utilizar un criterio desde el cual podemos evaluar la pertinencia o no de una antropología y/o una alternativa a esa antropología, que tiene que ver con una ética-crítica[1], que no simplemente tiene que ver con la escala de valores de una determinada ética, sino lo que subyace a toda ética que es la vida. Es desde el criterio de vida-muerte que se podrá observar la correspondencia de una ciencia. Es decir, las consecuencias, desde el criterio de vida-muerte son las que evalúen la pertinencia o no de dicha ciencia para la vida real y concreta del ser humano y la naturaleza.



I. EL CRITERIO PARA EVALUAR: LA ÉTICA-CRÍTICA



En primera instancia hay que poner en claro cuál será el criterio epistemológico desde el cual vamos a hacer una crítica de aquello que es la Antropología. En última instancia vamos a realizar una crítica de lo que presupone la Antropología, y cualquier ciencia que es y tiene pretensión moderna. Para esto en primera instancia vamos a aclarar que nuestro concepto de crítica que subyace a este trabajo no es una crítica entendida como simple crítica destructiva (como crítica inmanente que hace posible encontrar las contradicciones lógicas que subyacen a una teoría o una ciencia, y nos muestren su imposibilidad como teoría y/o ciencia); de lo que se trata es más bien de realizar una crítica evaluativa, evaluativa de sus posibilidades y de sus límites como ciencia (y/o teoría): es a esto a lo que Juan José Bautista llama, hablando del pensamiento de Franz Hinkelammert, crítica-ética.

Entonces, la crítica que tratamos de desarrollar en el presente trabajo tiene que ver con una crítica que tiene que ver con “que la crítica no [puede] ser simplemente despreciativa, negadora o nihilista de aquello que se estaba criticando, sino evaluadora de sus condiciones de posibilidad y limitación, esto es, de sus límites”[2] Pero, además dicha crítica “para ser lo que presume ser, no puede ser a-crítica respecto de sí misma, es decir, debe ser auto-crítica, o sea que, debe ser capaz de aplicarse a sí misma, la misma crítica que le hace al vecino del frente, el problema analizado, o al objeto tematizado, de lo contrario deviene siendo a-crítica, o sea meramente ideológica” [3]

Pero esta crítica no solo llega a ser crítica en el sentido metodológico y/o epistemológico de un cuestionamiento frente a algo; sino que ella, además debe ser ética. Pero esta ética no tiene que ver con la simple teoría de los valores –como algo que es bueno y algo que es malo-, sino como el criterio desde el cual podemos evaluar y entender las contradicciones que aparecen al interior de lo que se tematiza y/o las consecuencias que se desprenden de ese algo que se critica. Es decir, “…la ética ya no tiene que ver con valores pertinentes o no a tal o cual modelo o proyecto de sociedad, sino con valores pertinentes a la conditio humana, que son aquellos que posibilitan o no la vida humana, pero no de un individuo en cuanto tal, sino de la humanidad toda”[4]

Para aclarar más la idea de una crítica-ética, Bautista nos afirma lo siguiente: “El problema entonces ya no será definir lo que sea la ética, o mostrar cuál es el problema central de la ética, sino que ahora su reflexión girará en torno de aquello que hace posible cualquier ética, o sea cualquier horizonte valórico [...] se refiere a las condiciones de  posibilidad de la vida humana. Esto es, el problema ahora es determinar cuándo una acción con pretensión ética es racional o no. Ya no basta con afirmar valores buenos, de lo que se trata ahora es de determinar el horizonte, o el criterio gracias al cual podemos entender o concebir algo como bueno, y el criterio ya no puede ser un proyecto de sociedad, sino la condición de posibilidad de todo proyecto de sociedad, que es la posibilidad de vida humana misma[5]



II. LA ANTROPOLOGÍA O EL ANTROPOCENTRISMO MODERNO-OCCIDENTAL



Es desde aquel criterio ético-epistemológico y/o de crítica-ética que presuponemos una crítica a la concepción de educación a la que le subyace una concepción antropológica, a la que le presupone una noción de aquello que entiende como ciencia moderna.

La Antropología -y en sí toda ciencia moderna- está fundada en la razón (moderno-occidental), y desde ella aparece una concepción antropocéntrica del mismo hombre, en el entendido de que es él el núcleo de todo quehacer científico, es él el criterio desde el cual tiene sentido una ciencia. Pero, no estamos hablando del hombre universal; ya que, dicho hombre no existe, pues la concepción de hombre que subyace a un determinado quehacer científico está siempre supeditado a un contexto específico: en este caso es aquella de la que se despliega un tipo de racionalidad (la razón), esta es la modernidad-occidental (Europa y EE.UU.).

Esto es, que toda ciencia moderna (como es la Antropología) y que se desarrollada en contextos distintos al de la modernidad-occidental tiene como presupuesto su propio sentido, su propio modo de expresión y desarrolla su propia concepción de hombre. Dicho de modo más claro, la concepción antropológica moderna que subyace a un tipo de Educación, lleva en sí la finalidad de legitimar y establecer un único modelo (y/o sentido) en tanto y en cuanto a la formación (como finalidad) de un hombre: es decir la producción y re-producción del hombre con subjetividad y racionalidad de y para un contexto occidental desde una cultura moderna.

Es así que la Antropología como ciencia moderna presupone en su núcleo todo un contexto histórico-socio-cultural que tiene que ver con una visión y/o pretensión unilateral (la de occidente) sobre el resto de la humanidad. Es decir, ella tiene un propio recorrido histórico, que además tiene su propio modo de explicación y/o fundamentación, esto es, que se afirma, que la ciencia moderna ha surgido de la barbarie (como las culturas no-modernas) hacia una civilización (occidental). Pero además ella tiene en su propio modo de concebir la sociedad como toda agrupación humana que se relaciona, pero no se des-encubre que dicha sociedad es sociedad de individuos -con subjetividades individualista- y que es una más de las tantas formas con-vivencia humana –con otro tipo de subjetividades, que pueden ser comunitarias. Y por último dicha ciencia parte de una cultura desde la cual puede concebir la explicación de sí como determinación histórico-social.

La Antropología –y toda ciencia moderna- que no es constitutiva de su propio mundo de la vida no desarrolla, ni re-piensa sus categorías y/o presupuestos para poder explicar y comprender su propio contexto histórico-cultural-social. Por tanto, deviene a-crítica frente a sí misma, pues no posibilita una verdadera ciencia acorde a su propio mundo de la vida, sino que reproduce acríticamente el marco categorial y/o los presupuestos de una ciencia moderna-occidental, pero desarrollada en un contexto totalmente diferente.





III. HACIA UNA BIO-ANTROPO-NATURA-SOPHIA DE LAS CULTURAS NO OCCIDENTALES

Dicha crítica que se trata de desarrollar acá no trata de cerrar y aniquilar la Antropología, sino de concebir una reflexión en torno a ella, desde un locus de enunciación que no viene de la modernidad-occidental, sino de más allá de ella.

            Si aquellos presupuestos históricos-socio-culturales son de otra latitud distintas a las nuestras y tienen la finalidad de legitimar un tipo de realidad específica, como si fuera “la” realidad y como verdad universal; entonces, es posible re-pensar las categorías y los presupuestos de cualquier ciencia y encontrarse con un abanico de posibilidades y/o alternativas. Es decir, si lo particular puede pasar como universal y ser legitimado, se puede replantear esa aparente universalidad y des-encubrirla para poder hacer posible una propia Antropología. Si esto es así, entonces, la Antropología –y cualquier ciencia moderna- pueden ser replanteadas pensándose desde otros lugares, desde otros contextos histórico-culturales-sociales; y si esto también es así, entonces existe la posibilidad de replantear la concepción y/o modelo de hombre y que esta sea distinta a la concepción moderno-occidental que aparece hoy por hoy.

Si en definitiva esto es posible, entonces no es nada osado pensar la Antropología con otros fundamentos incluso con otras categorías, incluso el nombre de dicha ciencia podría devenir en una “Bio-antropo-natura-sophia” o simplemente contener dentro del concepto de ciencia antropológica, aquellos presupuesto. Es decir, que contengan en sí no solo una razón, explicación, teoría sobre la vida, sino una sabiduría de la vida (de allí el sufijo de sophia). Además debería presuponer la reproducción y tematización de la vida como diversa (de allí el prefijo de bio). Dicha ciencia o sabiduría además debería presuponer lo que es necesario para vivir, que la conservación de la vida humana, esto es la naturaleza (de allí el término medio de natura), pues dicha naturaleza no debería ser vista como objeto, sino en primera instancia también como vida (más allá de las representaciones que se haga de ella), pero también como hábitat sin el cual el hombre no podría existir. Y por último esta nueva ciencia (no en el sentido de creación, sino en el sentido de replanteamiento) tendría que seguir reflexionando en torno al hombre (de allí que siga teniendo el término de antropo) pero con aquellos presupuestos, que hacen posible seguir pensando al hombre como vida, pues de lo contrario no podríamos seguir pensando al hombre como vida, sino como muerte, y en ultimas no podría ni siquiera ser pensado.

CONCLUSIÓN



La crítica-ética que se desprende de este (aún) somero análisis de la Antropología y toda ciencia moderna nos lleva a pensar en la posibilidad de continuar pensando la Antropología como ciencia moderna. Ya que, en primer lugar, el criterio de vida-muerte nos muestran que, la Antropología fundamenta a un tipo de Educación, que re-produce un tipo de racionalidad y en definitiva produce un tipo de subjetividad que es la moderna-occidental, la cual nos ha llevado hasta ahora a una crisis de la vida; pues, dicha racionalidad y subjetividad despliega en varios campos, no solo en el de la Antropología la muerte, esto haciendo evaluación de sus consecuencias; puesto que, esta racionalidad es netamente individualista, y que no se apertura a lo otro, desde otras categorías, que no respeta y/o reconoce a ese otro en su otredad; sino que lo subsume como un alter ego; además que ejerce en la naturaleza y en los propios hombres una forma de dominación.

            De allí que el borrador de un posible boceto de re-pensar la Antropología tiene que ver con des-montar, des-colonizar la propia Antropología como ciencia moderna y re-pensarla nuevamente como ciencia o sabiduría.































BIBLIOGRAFÍA



Bautista, Juan José: Ética y crítica en Hinkelammert. “Introducción al pensamiento crítico de Franz Hinkelammert”, México D. F., 2005.



Chinchi Plata, Ramiro: La ética como fundamento de toda antropología-educativa. Inédito, 2008.



Quintanilla C., Víctor Hugo: Descolonización educativa.  Ed. Kollasuyo; 2008.



Niño Mesa, Fidedigno de Jesús: Antropología Pedagógica. Magisterio, Mesa redonda, Colombia, 2002.

                       

Bouché P., Henri; García A. María; Quintana C. Ma.; Ruiz Marta: Antropología de la Educación. Ed. Síntesis.





[1] Juan José Bautista: Ética y crítica en Hinkelammert. “Introducción al pensamiento crítico de Franz Hinkelammert”, México D. F., 2005.
[2] Ibid. Pág. 48
[3]Ibid. Pág. 49
[4]Ibid. Pág. 41
[5]Ibid. Pág. 42-43. Los subrayados son míos.

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